LA HUMILDAD EN EL PROCESO DE REHABILITACIÓN

LA HUMILDAD EN EL PROCESO DE REHABILITACIÓN

“Si no existiera miedo a trabajar la humildad, la recuperación sería más fácil”

Humildad…., bonita palabra, pero ¡qué difícil es conseguirla!.

¿Se sabe, verdaderamente, lo que significa la palabra Humildad?.

Esta palabra se utiliza bastante dentro del movimiento de alcohólicos/as rehabilitados/as, pero si tengo que ser sincera, he de decir que la “veo” muy poco y esto me preocupa.

Se sabe que el tratamiento y recuperación de una persona adicta es un proceso lento, difícil y complicado, pero hay algo que no falla: es el nivel de concienciación que la persona tiene de su enfermedad y la fuerza de voluntad o su capacidad para decir “no” al consumo de cualquier sustancia adictiva o comportamiento adictivo y para empezar a cambiar. Éstos son los pilares imprescindibles en cualquier recuperación.

Sabemos que la adicción puede producirse a una sustancia o a “algo” que obsesiona a alguien como puede ser Internet, el juego y que actúa de igual forma que si existiera la sustancia. Sin existir sustancia para ser ingerida, este tipo de comportamientos llegan a generar una serie de hábitos, convirtiéndose éstos en adictivos y provocando consecuencias tanto físicas como psicológicas.

La adicción va acompañada de una serie de hábitos y comportamientos que se consideran como inapropiados o inadecuados, algunos ejemplos podrían ser: el hablar a voces, el tener malas formas, no sentir aprecio por uno mismo, sentirse frustrado, no sentirse valorado,… En definitiva, si una persona no se siente bien consigo misma, difícilmente se va a sentir bien con los demás, ya sean familiares o amigos.

Ya hemos dicho que el tratamiento de la persona adicta es complejo pero el gran paso que hay que dar tras reconocer la enfermedad, es mantener la abstinencia, evitando estar en contacto con aquello que ha provocado la adicción; esto, aunque difícil, no deja de ser fácil si lo comparamos con lo verdaderamente complejo de este tratamiento y que los/as enfermos/as tardan incluso años en conseguirlo: la rehabilitación. Hemos oído, con frecuencia, decir que dejar de consumir es “fácil”, lo complicado es mantenerse en abstinencia y recuperarse como persona que vive en un grupo social como es la familia.

La rehabilitación creo que debe comenzar por “ser humilde” y esto significa reconocer que un día, un hábito al que, en un principio, no se le dio importancia, se convirtió en una enfermedad. Esta enfermedad adictiva deja sus secuelas y éstas deben ser tratadas adecuadamente, tanto en los/as enfermos/as como en sus familiares. Si una persona, primero, no es capaz de hacer esta reflexión en silencio, con ella misma, no podrá existir un segundo paso, el de pedir ayuda para conseguir ser “mejor” y poner en orden tanto su vida personal como familiar.

Esto considero que es un acto de humildad. Ningún enfermo/a debe sentirse culpable por padecer una adicción, aunque sí debe reconocer los errores que ha cometido como consecuencia de la adicción, pero sin quitarle importancia. Hay que asumir lo que como persona se ha hecho, pero lo más valioso es decidir modificar todos esos malos hábitos de comportamiento y de formas de proceder inadecuadas.

Antes he dicho que veo poca humildad en el tratamiento, ¿por qué?.

Muchas veces el hecho de dejar el consumo produce una gran euforia. Lo entiendo. La persona está contenta y quiere disfrutar de “los nuevos placeres” que está consiguiendo sin adicciones. Hasta este placer hay que saber vivirlo y no excederse en él y confundir los términos. Con comentarios del tipo “yo ya me he esforzado, ya no consumo, esto es fácil”, un@ se cree que ya está todo hecho. Ya se olvida de todo lo sucedido, de todo lo que l@s familiares han sufrido. ¡Vamos, como si nunca hubiera pasado nada!. Pero, desgraciadamente, no es así. Lo difícil es modificar lo inadecuado, empezar a gustarse como persona, limar asperezas en la relación con los más cercanos, por ejemplo, porque el contenido de la lista a modificar es bastante largo.

Muchas personas adictas se creen que se lo merecen todo porque han dejado de consumir. Por el comportamiento que presentan algunas de ellas, he llegado a pensar que se creen que han realizado un hecho heroico y que siempre se lo tendrán que agradecer. Por supuesto, los familiares deben reconocer y felicitar por dejar el consumo, pero que un enfermo/a adicto/a piense que sus familiares deben agradecerle que se mantenga en abstinencia, creo que no es justo porque esto conlleva otra serie de actitudes inadecuadas en la recuperación como la prepotencia que dificultan, y no poco, la rehabilitación. Los/as adictos/as en tratamiento no deben pensar que se lo merecen todo por el mero hecho de haber dejado de consumir. Se merecen la comprensión y el apoyo de sus familiares, pero de forma paralela al apoyo y comprensión que los/as adictos/as deben transmitir a sus familiares para que la recuperación sea conjunta y vuelva a aparecer la confianza.

Adoptar posturas contrarias a ésta creo que llevan al adicto/a a hacerse la víctima, llegando éste a pensar o incluso a decir “soy un pobre enfermito/a, al que todos deben cuidar”. Se creen recuperados y con derecho a todo. Esto es una gran equivocación y, por supuesto, no es la mejor forma de poner en práctica la humildad.

Humildad significa “virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”.

Una persona humilde es la que reconoce sus errores e intenta no volver a caer en ellos, la que intenta aprender a comportarse mejor, tanto con ella misma como con los demás. Es una persona que huye de los protagonismos, la que quiere pasar desapercibida. La humildad es el polo opuesto de la prepotencia.

La prepotencia lleva a creerse más que los demás, a creer que uno es “el centro del universo”, el que más sabe o el que más entiende de todo. Hace a las personas exigentes y arrogantes. Esta prepotencia es muy dañina y si aparece en un proceso de tratamiento es un síntoma de inadecuada recuperación; es entonces cuando se dice que no existe rehabilitación, puesto que el patrón de conducta es muy similar al de la persona cuando está consumiendo.

La carencia de humildad o el escaso esfuerzo de los/as adictos/as por conseguirla, tiene también otra serie de consecuencias, llegando a dificultar las relaciones con los demás.

Ana Mª López Lorente
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Psicóloga- Sexóloga
Asociación Libres del Alcohol “Cástulo”. Linares

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