HOY QUIERO DEDICARLES MIS PALABRAS A TODAS LAS MUJERES ADICTAS AL ALCOHOL.
Si difícil es que un hombre alcohólico reconozca su enfermedad, más complicado es para una mujer reconocer su problema con el alcohol por los prejuicios sociales que existen respecto a esta enfermedad.
La enfermedad alcohólica es más cruel con las mujeres porque produce mayores complicaciones orgánicas y en la mayoría de los casos, va precedida de problemas psicológicos difíciles de afrontar y que terminan haciendo que las mujeres se refugien en la soledad junto a una sustancia que las adormece y las aleja de la realidad, creyendo que así los problemas se van a solucionar.
“Esto ya no va a suceder más….”, este pensamiento se lo repite una mujer alcohólica cuando es consciente de que se ha pasado con el alcohol. Y así…. durante muchos años, hasta que ve que, verdaderamente, ya no puede más.
Llegado este momento le invaden los miedos, las dudas, los por qués, se siente mal y, casi a la desesperada, quiere una solución.
Llega el día en que se encuentra una mano que le quiere ayudar, probablemente es otra mujer alcohólica igual que ella que la invita y la anima a recuperarse lo mismo que hace algún tiempo ella hizo. Esta mujer que se está rehabilitando se convierte en guía y en su mejor ejemplo de valentía.
Sus problemas comienza a verlos de otra forma porque piensa que puede encontrarles una solución, aunque debe entender que la mejor solución es su propia recuperación. Y, mejor aún, se siente entendida, comprendida, respetada y valorada, no por ser alcohólica, por supuesto, sino como persona y como mujer.
Cuando una mujer alcohólica decide ponerse en tratamiento está comprobado que la eficacia de este tratamiento es mayor que en el caso de los hombres. Qué quiero decir con esto: que la mujer alcohólica que decide recuperarse lo consigue antes que el hombre, ya que no suele tener recaídas, lo que hace que su recuperación sea de mayor calidad, convirtiéndose en una persona más segura de sí misma, fuerte y valiente para afrontar cualquier tipo de circunstancia porque es más constante, se preocupa más por su recuperación por el gran interés que muestra por querer cambiar.
Para que esto suceda, el tratamiento de la mujer alcohólica debe ser personalizado y específico para ella y aquí juega un papel muy importante el grupo de terapia de mujeres alcohólicas donde todas las semanas se les enseña y aprenden, no sólo a mantenerse en abstinencia sino a ser mujeres libres y sin ataduras, capaces de afrontar la complicada vida que les ha tocado vivir, intentando no mirar hacia atrás sino mirando hacia un nuevo horizonte que tienen que ir descubriendo y valorando, poco a poco.
Mucho ánimo a todas las mujeres alcohólicas que os encontráis en este camino. Y a las que aún no os habéis decidido a encontrarlo os digo que os estamos esperando para acompañaos para recorrerlo porque no estáis solas….
Luis Miguel Márquez Cayuela
Presidente de ALAC